Negocios en Cuba.cubaynegocios

Para Claudia López, una masajista formada en los cursos que imparte la Federación de Mujeres Cubanas es muy justo que para ser cuentapropista en esa actividad se exija la certificación del título que lo acredita como garantía para acabar con los improvisados.

Las reacciones no se hicieron esperar tras declaraciones divulgadas por medios locales de la directora general de Servicios del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), Mirurgia Ramírez Santana, quien explicó sobre la obligatoriedad de mostrar la certificación que los califica, de quienes ejercen oficios vinculados con la elaboración de alimentos, masaje y belleza estética, de alto impacto en la calidad de vida de la población.

Con la noticia se supo que los trabajadores por cuenta propia que tengan que certificar sus conocimientos podrán acudir desde ahora, y hasta noviembre entrante a las direcciones de Educación de cada municipio de Cuba para someterse a la prueba de suficiencia que podría habilitarlos. Para tales fines, el Ministerio de Educación (MINED), y el MINCIN, elaboraron de manera conjunta un programa con vistas a desarrollar pruebas de suficiencia para quienes de manera empírica experimentan el conocimiento necesario pero requieren de la certificación.

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Entonces, los que deseen ejercer el trabajo privado en determinadas especialidades que no aprueben, deberán matricular los cursos técnicos por encuentros ofertados por las escuelas del Ministerio de Educación. Más de dos mil 200 trabajadores del país manifestaron su interés por sumarse a la prueba. De ellos, ya se presentaron a examen más de mil 800, en tanto casi 2 500 se inscribieron en institutos politécnicos a fin de recibir los conocimientos que le permitan ejercer la actividad privada en sus especialidades.

“Hay muchas personas que trabajan en cosas para las que no tienen el mínimo conocimiento, así que con la medida la población se sentirá más segura a la hora de recibir servicios especializados”, comenta una clienta de una cafetería de barrio, quien se queja de la mala manipulación de los alimentos que a regañadientes se ve obligada a consumir en el lugar por no tener otro cercano a su casa.

“Debe haber asignaturas que enseñen y que hagan tomar conciencia a los privados que trabajan en cafeterías y restaurantes”, refiere Cristina Ramírez, una jubilada del sector de la cultura. “Se trata de la salud, no se puede jugar con eso … así que es muy beneficioso y todos deben probar lo que dicen conocer”, advierte, en alusión al mal hábito de tocar bocaditos y otros alimentos ligeros con las mismas manos que se cobra el dinero.

Por Camila Valdés

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