La Habana
Por Richard Adnisel
El cercano 7 de junio La Habana recibirá un reconocimiento por haber sido escogida como ciudad Maravilla del Mundo, una distinción a la que aspiraron mil 200 urbes de 220 países, en una selección promovida y elaborada por la Fundación New Seven Wonders, o sea, 7 ciudades maravillas. La capital cubana clasificó también como una de las 25 más fotografiadas, de acuerdo con la selección del portal digital Shigstmap.
El reconocimiento llena de orgullo y satisfacción a todos los cubanos, pese a que algunos se preguntaron cómo era posible tal privilegio teniendo la ciudad barrios cuya arquitectura resulta francamente deprimente, como por ejemplo, zonas de Centro Habana, Lawton, Virgen del Camino y Luyanó.
En áreas de estos barrios perviven hoy lugares que hace mucho tiempo perdieron la lozanía y funcionalidad a causa del descuido y la falta de mantenimiento que convirtieron en ruinas muchos de sus inmuebles y viales.
Hago referencia a este asunto no solo por el ya mencionado y publicitado reconocimiento, sino además porque este jueves 19 de mayo se han cumplido 56 años de la creación del Sistema de Planificación Física en Cuba, un organismo reactivado en los últimos tiempos y que tiene como misión fundamental acompañar activamente los procesos de cambios sociales y económicos.
Actualmente la renovada entidad está abocada en poner en práctica un ambicioso proyecto de reanimación urbanística que ponga fin a las indisciplinas constructivas de personas y organismos, incorpore elementos de modernidad y rescate lo mejor y más genuino de la arquitectura nacional.
El proyecto en cuestión tiene entre sus líneas principales conducir los cambios sociales y económicos que la situación requiere y establecer una armonía entre arquitectura y medio ambiente.
La Habana es de esas ciudades que guarda numeroso tesoros arquitectónicos. En sus 497 años de fundada, ha dibujado un paisaje urbanístico de estilo ecléctico, una mezcla singular que expresa los elementos aborígenes, europeos y africanos de su devenir.
Este bosquejo por la ciudad maravilla del Caribe no podía dejar de mencionar los esfuerzos de la Oficina del Historiador en la reanimación de la llamada Habana Vieja, el cascarón fundacional de la urbe, de 214 hectáreas de superficie, y que contiene 500 inmuebles considerados de alto valor patrimonial.
Pero el título de Ciudad Maravilla no solo lo ha ganado la capital cubana por su arquitectura, sino también por su exclusiva combinación de mar, cielo y naturaleza que le imprimen un sello de esplendor que impacta al visitante que la recorre por primera vez. Entre los atributos tomados en cuenta para la selección, figuró igualmente la cultura, locuacidad e idiosincrasia del habanero.
Cuando se hace referencia a este tema, muchos opinan, sin embargo, que la exclusividad de La Habana está dado más que todo por esa rara combinación de colores que la adornan, en la que cada uno de las franjas del arcoiris no tiene igual en ningún otro lugar del mundo, y cuyo aderezo es ese persistente olor a mar que se respira en casi todos los puntos de su geografía.
Por ello y a pesar de los lunares que hoy tiene una parte su arquitectura, La Habana es una ciudad Maravilla, que enamora al foráneo y hace de la nostalgia una permanente acompañante del habanero que no la vive.
About The Author
Trackbacks/Pingbacks