La Bahía de la Habana

La Bahía de La Habana: el ayer y el presente

Por Richard Adnisel

La Bahía de La Habana comenzó a desintoxicarse. De ser una de las radas más contaminadas del Caribe, hoy ha reducido su polución en casi un tercio. Si el proyecto de la Oficina del Historiador de La Habana y otras instituciones para esta área de la capital cubana se concreta en toda su magnitud, el entorno natural de la rada será un paisaje aún  más bello y acogedor que el actual.

La Habana cuenta más relatos que la misma Sherezada en Las Mil y Una Noches. Hoy los turistas nacionales y extranjeros merodean por su litoral fascinados por el encanto del  casco histórico y las leyendas de la ciudad.

La entrada de los barcos a la bahía es un momento casi de éxtasis para quienes observan el hecho por primera vez. Se trata de una bahía de bolsa, de poco más de 5  kilómetros cuadrados y una profundidad media de 9 metros,  que obliga a los barcos a ingresar en ella por una abertura de escasos mil metros. De lejos, pareciese que las naves se mueven por las apretadas calles de la ciudad.

Del lado izquierdo de la rada se levantan los poblados de Regla y Casa Blanca, que huelen a salitre y misterio. También el Cristo de la Habana, obra de la escultora cubana Jilma Madera,  que se inspiró en su propio ideal de belleza masculina, con rasgos que identifican el mestizaje racial de los cubanos.

Pero en la misma entrada de la bahía, como guardián de las riquezas y costumbres de la ciudad, se alza el vetusto Morro de La Habana, construido en el siglo 16 para defender a la urbe de los ataques  de corsarios y pirata.

Pero la diferencia entre el ayer y el hoy de la bahía,  es la mejor calidad de sus aguas, sobre la que ya vuelan pelícanos, gaviotas y otras especies de aves en busca de peces y placton, que antes no sobrevivían a causa del petróleo y los residuos industriales que se acumulaban en toda su superficie.

La Bahía de La Habana y su entorno se han embellecido aún más con las obras de rescate y rehabilitación emprendidas por la Oficina del Historiador de La Habana, que tiene en perspectiva convertirla en un lugar para el esparcimiento, el recreo y la atracción turística.

El proyecto de esa y otras instituciones contempla continuar el dragado de la bahía y traspasar  el atraque de buques desde aquí hacia la Bahía del  Mariel, en cuyas inmediaciones se levanta una moderna y novedosa zona de desarrollo industrial que apuesta a  convertirse en un importante polo comercial  y económico del Caribe.

De esta manera, la histórica rada capitalina y todo su entorno recobrarán su esplendor natural. Al paisaje se sumarán las obras de infraestructura turística, que ya dotó al sitio de un dique artificial que se adentra en las aguas de la bahía y es visitado por cientos de personas cada día.

Otros trabajos se ejecutan o se hallan en proyecto con vista a enriquecer el amplio perímetro de viales, casas, teatros, iglesias, comercios y espacios libres en un emporio cultural único en el país y quizás en toda la región del Caribe insular.

 

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