La agricultura, el patito feo de la economía cubana

Por Richard Adnisel.

Los resultados de la agricultura cubana siguen haciéndose esperar. Pese a contar con un sostenido financiamiento del estado y la existencia de laboratorios y centros de investigaciones de suelos, semillas, así como un reconocido grupo de científicos, la producción del agro es famélica y está hoy muy lejos de satisfacer las necesidades de una población superior a los 11 millones de personas.

Las autoridades han experimentado con casi todo. Desde las granjas estatales hasta las más recientes asociaciones de cooperativistas, trabajadores privados y empresas mixtas, que imponen un sentido más pragmático de lo que debe ser producir frijoles, hortalizas y legumbres.

Actualmente se potencian varias estructuras: cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), empresas estatales, Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA),   Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC)  y campesinos privados.

Sin embargo, no parecen suficiente para producir comida.

La tierra cultivada por el estado alcanza  1,4 millones de hectáreas; las UBPC atienden a 1,2 (el 28 por ciento); las CPA, 414 mil; al tiempo que las CCS y los privados se encargan de 1,9 millones de hectáreas.

Estas cifras confirman que las formas  no estatales de producción generan poco más del 80 por ciento del total de alimentos.

Otros datos de interés. Cuba cuenta con un área agrícola de casi 7 millones de hectáreas. De estas apenas 3  millones se cultivan, lo que demuestra una insuficiente estructura y organización del sector.

Y nada desdeñable a la hora de analizar la improductividad agrícola de la isla es que 70 por ciento de  los suelos presenta algún tipo de degradación, según datos del ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

Estas dos últimas realidades explican una parte de los pobres resultados en este rubro tan importante para la alimentación humana. De ahí que el estado tenga que invertir casi 2 mil millones de dólares anualmente para la compra de comida. Esta cifra representa  entre el 15 y el 19% del total de las importaciones de Cuba.

Por otra parte y afortunadamente, la isla ha venido desarrollando pacientemente y con objetividad  la agricultura urbana y suburbana, una modalidad que en el mundo cuenta hoy con cada vez más adeptos, como una manera de producir comida para las mega-ciudades  que le roban espacio a la tierra destinada al cultivo.

En Cuba esta variante  ocupa hoy unas 50 mil hectáreas y cosecha un millón 90 mil toneladas de hortalizas y vegetales. Asimismo emplea a más de 400 mil trabajadores.

De acuerdo con fuentes vinculadas al sector, la agricultura urbana y suburbana en Cuba ha alcanzado hasta 20kg/m2 por año de material vegetal aprovechable sin usar productos químicos.

En el último lustro, la isla puso en manos de campesinos y usufructuarios un millón 588 000 hectáreas. Existen más de 300 mil usufructuarios, tres mil arrendatarios y más de 22 mil campesinos.

Como se ha visto, no  han sido pocas las variantes empleadas en Cuba para generar más producción en este sector. No obstante son magros los resultados, tanto es así que contabilizando la mano de obra y la producción empleada para producir,  la agricultura solo aporta un raquítico 3,6  por ciento del Producto Interno Bruto y emplea a un millón de personas, o sea, una quinta parte de la masa laboral del país.

Está aún por encontrarse el Santo Grial de la agricultura cubana, que puede hallarse en mayores incentivos a los trabajares del sector y en potenciar todavía  más las formas privadas para producir alimentos.

 

 

 

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