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Moto-taxis en Santiago de Cuba

Por Yia Gonzaléz

Sujetos a la modalidad del trabajo por cuenta propia, los taxi-motos de Santiago de Cuba resuelven uno de los problemas fundamentales de esa urbe, el transporte.

“No sé cómo lo hacen y a veces ni reparo en la velocidad que llevan, pero si la meta es llegar temprano a un lugar, ellos son los dioses del tiempo”, dice una apurada viajera de esta ciudad,  cabecera de la provincia del mismo nombre.

El tema de la transportación es recurrente en la parrilla de las exigencias sociales de los cubanos.

Los motociclistas -boteros suben y bajan por las lomas del lugar con destreza y rapidez. Afirman que el tiempo es el centro del negocio, en el que diariamente recaudan, cuando menos,  alrededor de quinientos pesos en moneda nacional (CUP).

Uno de estos reveló que  dentro del perímetro de la ciudad el precio del viaje  es de 10 pesos moneda nacional. Pero si el pasajero tiene la necesidad de moverse a las zonas periféricas, los precios oscilan entre los 50 y 70 pesos, y pueden aumentar en horas de la noche.

El dueño de una moto de marca Jawa, quien alquila el transporte para que otra persona lo maneje, afirma que ese tipo de trabajo privado es bastante arriesgado, pero que vale la pena.

En su caso, debe pagar a la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) un impuesto mensual de 250 pesos. Semanalmente recibe 500 del conductor, quien a su vez, también debe abonar al Estado un impuesto por concepto de contribuyente.

“Decía que era un negocio bastante arriesgado -aclara- porque al final yo soy el dueño de la moto y cuando se rompe tengo que sufragar esos gastos, así que corro el riesgo de que el equipo esté más veces en el taller que en la calle, pero en mi caso he tenido suerte con el ayudante”.

“También yo soy un poco condescendiente, agrega, pues no me preocupa cuánto hace en el día, sólo sé que al menos trescientos pesos se tiene que gastar en inversión, 100 de gasolina, 100 de ganancia para él e igual para mí, lo que justifica una entrega de 500 pesos por semana, sin importar, incluso, que haga un poquito más de dinero.

Sé que en ocasiones se hace menos y de todas formas mis pesitos están asegurados”

Los conductores,  por su parte, afirman que sienten satisfacción con ese negocio,  ya que disponen del tiempo como para convertirlo en dinero, y a veces en una sola jornada resuelven el pago de cinco días al dueño, por lo que el resto es su ganancia.

Aunque el sol y los columpios de las lomas de la también conocida como capital del Caribe lo hagan más forzoso, este tipo de trabajo no se pierde, pues además de aliviar un tanto el problema del transporte en Santiago de Cuba, esa práctica ya se ha arraigado en las esencias de una ciudad que no podría ser la misma sin sus dioses del tiempo.

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