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Picone de San Agustín

Por Yia González

Los clientes habituales de Picone, en San Agustin, escogen preferentemente el medio día para disfrutar de las apetitosas pizzas y pastas de uno de los negocios particulares de comida rápida más frecuentados en ese reparto del municipio habanero de la Lisa, donde residen alrededor de 40 MIL habitantes.

Asegura el administrador de la popular pizzería, Reynaldo Martínez Despaigne (El Pichi), que precisamente en ese horario y también a partir de las ocho de la noche se nota en el lugar una mayor afluencia de clientes, quienes entre sus pedidos favoritos eligen la pizza familiar, o el spaguettis de carne o vegetales.
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El cuentapropista considera que una de las razones del éxito del negocio está en su ubicación, pues en los dos quilómetros de distancia de la Avenida 250, donde se encuentra enclavado, NO existe una instalación gastronómica de su tipo.

Aunque sin ningún tipo de lujo, el lugar se distingue, además, por el trato ameno de su personal, integrado por una dependienta, un administrador y dos cocineros, quienes expresaron sentirse satisfechos por la labor que realizan y de los ingresos que reciben.

“Trabajamos diez horas diarias, sin parar, las ofertas son muchas y la demanda también. El público es muy exigente, a veces los pedidos se hacen hasta por teléfono”, afirma uno de los cocineros, mientras adorna una de las pastas con hojitas de laurel y endulza con salsa de Chile.

“Es cierto que tenemos horarios que consideramos muertos, pues no hay mucha cola, pero en lo que llamamos horarios picos en el negocio, ahí es imparable, y en ese momento sólo pienso en si me alcanzan las manos, aquí nuestro dinero lo hace el tiempo, la rapidez, la entrega”, argumenta el entrevistado, quién al igual que sus compañeros cobra diez por ciento de lo que se recauda en el día.

El dueño de Picone asegura que en un principio no contaba con poner una terraza pizzería como ahora, sino que todo empezó con una pequeña cafetería, en la que se vendían además de pizzas, refrescos y bocadillos, dulces comprados a pequeños productores privados, pero con el tiempo, se aventuró a una mayor inversión teniendo en cuenta que la mayoría de los clientes preferían las pizzas, y preguntaban si alguna vez se elaborarían otras pastas.

“En la barriada de San Agustín por lo general los negocios tienen menos entrada que en otras de los municipios capitalinos de Playa, Plaza o la Habana Vieja, por eso, y sólo por eso, nuestros precios siempre van a ser menores que en esos lugares, aunque la calidad del producto es muy buena”.

Según explica, las pizzas se cobran desde 10 pesos en moneda nacional hasta 40 las familiares, en tanto los precios de los espaguetis oscilan entre 15 y 35 pesos en dependencia del producto conque venga acompañado, que puede ser de camarones, vegetales, jamón o pimiento”.

Sobre la relación con el público aseguró el propietario de Picone: “Estamos hablando de un espacio popular, como esta calle, donde la gente se conoce mucho y a veces realizan el pedido hasta de manera informal porque se sienten como en familia. Es regla de la casa que la dependienta, la misma que anota los pedidos, sea una mujer joven y con presencia, siempre con una sonrisa en el rostro y una palabra amable, pese al duro del día, pues estamos pagando su trabajo y su actitud”

Picone se ha vuelto punto de referencia incluso para hallar determinadas direcciones en la barriada de San Agustín. La caracterizan la armonía y el movimiento, pues como tiene forma de terraza a veces los más jóvenes se estacionan en el lugar para sólo discutir acerca de fútbol o debatir de lo más novedoso en el mercado mundial.

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